“En la medida en que el sufrimiento de los niños está permitido
no existe amor verdadero en este mundo”
Isadora Duncan
Nostalgia de la inocencia perdida de Adán.
Nostalgia de la pureza.
De aquello que se quebró allá por el origen
cuando el Big Bang, quizás
o cuando el hombre y la cueva
en un tiempo ancestral.
Tal vez también cuando cortaron
nuestro cordón umbilical
e inauguramos la vida con llanto.
Añoranza de épocas ni siquiera vividas
de infancias tan sólo soñadas
antes de la pérdida, antes de la bruma
antes del ahora
porque hubo un antes, lo sé.
Anhelo de claridad
de que el mundo sea una acuarela
y no este pastiche de silencios y opacos.
Pero cómo hablar de inocencia
si existe Hiroshima y Auschwitz y Sudán
si los niños de la guerra
ahogan los ojos de horror
naufragando en un llanto seco
si en Brasil las favelas
en Palestina el odio
en Europa el suicidio
y el absurdo en Wall Street
la banca gana y se ríe
el mundo pierde y suspira.
Cómo hablar de inocencia
si la muerte nos relame impertérrita
hasta sacarnos el lustre del miedo
si nos vestimos con mantos de humo
y nos calzamos de pornografía
porque se nos antoja gélida la soledad
No tiene sentido rescatar pasados
anular el Big Bang, regresar a la cueva
ya se nos pudrió el cordón.
Hemos contemplado demasiado duelo
hemos orquestado demasiado ruido
hemos salpicado los sueños de gris
la lucidez es sencillamente irrevocable
y no tiene sentido condenar el hoy
yo, al menos, no sé cómo encarcelar el tiempo…
Habrá que fundar una nueva inocencia
de grandes pupilas que contemplen el miedo
sosteniendo la mirada
de ojos capaces de enfrentar la miseria
con franqueza y sin epidural
buscando el entendimiento, si existe
huyendo del juicio, si amenaza.
Habrá que conquistar el estupor
que puede desarmar toda violencia
derrotar la muerte a golpes de honestidad
adornar la mirada
con un brillo incontestable
y esgrimir nuestros ojos
como armas de desconcierto masivo.
Habrá que transformar el horror en una orquídea.
Y así, despojados de corazas
desnudos de expectativas
fundaremos la esperanza en este invierno
fundaremos la inocencia